"El líder espiritual enérgico"
Los holgazanes no pueden ser líderes. Los líderes espirituales “aprovechan al máximo cada momento oportuno” (Efesios 5:16). Trabajan cuando aún es de día, porque saben que la noche viene cuando ningún hombre podrá trabajar (Juan 9:4). Ellos no se cansan de hacer el bien, porque saben que a su debido tiempo cosecharán si no se dan por vencidos (Gálatas 6:9). Ellos se mantienen “firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano” (1 Corintios 15:58).
Como el apóstol Pablo, ellos no atribuyen esta energía a sus propias fuerzas ni se jactan en sus esfuerzos, más bien, trabajan con más tesón que todos los demás, no por ellos, sino por la gracia de Dios que está en ellos (1 Corintios 15:10).
En una ocasión alguien dijo que el mundo es dirigido por hombres cansados. Un líder debe aprender a vivir bajo presión. Ninguno de nosotros logra mucho sin haber establecido metas fijas, y las metas siempre crean una sensación de presión. Un líder no ve las presiones de trabajo como una maldición, sino como una gloria. No desea desperdiciar su vida en ocios excesivos. Ama ser productivo, y le hace frente a la presión sin permitir que se convierta en preocupación arraigándose a las promesas de Mateo 11:27, Filipenses 4:7-8 e Isaías 64:4.
Como el apóstol Pablo, ellos no atribuyen esta energía a sus propias fuerzas ni se jactan en sus esfuerzos, más bien, trabajan con más tesón que todos los demás, no por ellos, sino por la gracia de Dios que está en ellos (1 Corintios 15:10).
En una ocasión alguien dijo que el mundo es dirigido por hombres cansados. Un líder debe aprender a vivir bajo presión. Ninguno de nosotros logra mucho sin haber establecido metas fijas, y las metas siempre crean una sensación de presión. Un líder no ve las presiones de trabajo como una maldición, sino como una gloria. No desea desperdiciar su vida en ocios excesivos. Ama ser productivo, y le hace frente a la presión sin permitir que se convierta en preocupación arraigándose a las promesas de Mateo 11:27, Filipenses 4:7-8 e Isaías 64:4.
John Piper
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